
Estoy seguro de que todos acá tenemos varias anécdotas sobre diabluras que hayamos hecho de chicos. Travesuras y macanas que hicieron rezongar a nuestros papás, familiares, maestras, compañeritos, vecinos, etc. La idea es que este sea un espacio fijo en donde podamos contar qué líos nos mandamos cuando éramos purretes. La única regla no escrita es que el límite sea Séptimo Grado, porque la idea es que sean diabluras que no dejen de tener un cierto grado de irresponsabilidad medio inocente.
Esta ya la conté por acá, así que solo la resumo por si alguno no la sabía. Creo que tenía unos 8, 9 o 10 años y estábamos jugando a las pistolas de agua con unos vecinitos. Y a mí no se me ocurrió mejor idea que llenar mi pistola con pis, así que me puse a mear dentro de la pistola. Ya casi terminaba y estaba a punto de empapar a mis amiguitos con orina, cuando de la nada apareció un papá y, al verme haciendo semejante chanchada, me pegó un flor de reto y le fue a buchonear a mi mamá quien, por supuesto, me prohibió la pistola de agua por el resto del verano.
Otra fue justo antes de arrancar Séptimo Grado. No sé por qué había ido a la escuela con unos compañeros en bicicleta. Las dejamos en el patio cubierto porque no sé qué teníamos que hacer. La cosa es que en el patio descubierto recién habían terminado de pintar en el piso rayuelas y pistas para jugar carreras con autitos. Se ve que no había ningún adulto cerca, porque con mis compañeros nos pusimos a andar con las bicis en el patio descubierto y, totalmente cebados, no nos dimos cuenta de que pasábamos una y otra vez por encima de la pintura fresca. ¿Resultado? Todo el patio quedó hecho un enchastre y nos comimos un flor de reto que, paradójicamente, no pasó de eso ya que como no era día de clases no nos podían poner amonestaciones ni nada parecido. Durante todo el año que cursé Séptimo el patio quedó con las marcas de las ruedas de las bicis mezcladas con pintura

¿Y ustedes, adorables criaturas, qué Diabluras del Sentir tienen?