Plataforma: Nintendo 64
Género: aventuras (por favor, no vayan por ahí diciendo que es RPG)
Jugadores: 1
Año de lanzamiento: 2000
La historia nos pone al final de los sucesos de Ocarina of time, con Link emprendiendo un viaje para visitar a un “viejo amigo” (o “vieja”, ya que se supone se trata del hada Navi), sobre su caballo Epona y equipado únicamente con su espada, escudo y ocarina del tiempo. Es en medio de un bosque muy tenebroso, de camino al pueblo de Termina, que nuestro héroe cae emboscado por un misterioso ser y dos hadas, que luego de humillarlo y robarle su caballo e instrumento mágico, lo atrapan en una maldición de la que parece no haber salida: Link es transformado en un Deku, una planta humanoide.
Aquí empezamos una especie de introducción que nos embeberá en la mecánica del juego hasta ponernos a tono con la trama principal. Con las limitaciones del nuevo cuerpo y sus características únicas, es en este estado que primero debemos centrarnos en solventar la crítica situación actual. Superado ese obstáculo, empieza lo bueno: el ser que encontramos en el bosque es un niño socialmente excluido llamado “Skull kid” que en medio de sus travesuras con sus amigas hadas, ha robado de un comerciante de máscaras que atravesaba el bosque, una que en su interior contenía atrapado el poder de un antiguo demonio. Con este poder en sus manos, Skull kid se ha propuesto vengarse de todos aquellos que lo han hecho a un lado y se han burlado de él, ¡cosa que tiene pensado lograr colisionando la luna con la tierra dentro de 3 días!
Cuando estamos en pleno enfrentamiento y todo parece indicar que el cataclismo es inevitable, la misteriosa melodía que la princesa Zelda nos enseñara en la anterior entrega, revierte en el último momento el ciclo del “viaje del héroe” para devolvernos sanos y salvos al amanecer del tercer día anterior a la tragedia. Todo ha vuelto al estado que se encontraba antes, y la sorpresa no es sólo para nuestro personaje, sino también para nosotros como jugadores, que debemos entender un poco este novedoso sistema de juego.
Cada vez que necesitemos guardar el juego debemos volver atrás en el tiempo, conservando nada más que los ítems únicos (máscaras, equipo y armas), las rupias salvaguardadas y las melodías aprendidas, (y manejarnos así al menos hasta que se nos habiliten las estatuas de búho, que proponen conservar los cambios hasta la próxima vez que se encienda la consola). Esto a veces resulta imperioso, porque cada uno de los 3 días dentro del juego es distinto, durante cada uno, a cierta hora dada, ocurre un suceso que puede ser determinante para la historia principal o misión secundaria, por lo que hay que estudiar bien el momento preciso de actuar en ciertos casos.
Este sistema de vuelta atrás nos proveerá del tiempo necesario para parar la amenaza, ya que se nos es requerido buscar cuatro máscaras que encierran a los guardianes ancestrales de ese mundo, en cuatro mazmorras distintas dispersas por el mapa, protegidas por sus cuatro respectivos jefes malignos. Si, sólo cuatro, demasiado poco para lo que la saga nos tiene acostumbrados, pero eso no es tan así: cada una tiene su historia de fondo, sus dificultades incluso para preparar el camino hacia ella, y sus puzles y mini-bosses una vez en su interior, lo que termina dando al juego una duración más que buena. Es la calidad en los quests lo que prima en este título en lugar de la cantidad. En resumen, cada mazmorra es una experiencia única.
El uso de máscaras es también más importante en este título que en el anterior (bah, en Ocarina es prácticamente irrelevante). Cada una de las que podremos usar a lo largo del juego será necesaria para superarlo, tanto las 3 principales correspondientes a las razas goron, zora y deku, que nos darán las características físicas de cada una de ellas y sus habilidades únicas correspondientes, como otras que serán obligatorias para superar tal o cual obstáculo. Tampoco faltará alguna que otra secundaria para side quests, pero no menos interesante, ya que el trabajo que hay en las misiones extra realmente da motivo para volver a jugar el juego y no perderse ningún detalle. Por si fuera poco, al juntar todas las máscaras será posible a acceder a una secreta, de la que no pienso decir nada más.
Todo esto suena muy ambicioso. Y lo es, y el resultado final es más que bueno. Por eso, en lo que respecta a la parte técnica, el juego necesita más memoria que la que la Nintendo 64 provee originalmente, por lo que se hace requisito indispensable contar con el Expansion Pack que amplía la capacidad. Y la combinatoria entre elementos reutilizados de Ocarina con todo lo nuevo, da un resultado final increíble: un mundo abierto donde los escenarios son más grandes, enormes incluso, pero ricos en detalles y variedad, poblado de una cantidad considerable en pantalla de personajes, sean enemigos o NPC, efectos visuales mejorados, y todo ello con texturas de mejor definición y mas surtidas que lo visto en OOT. La consola mueve todo eso sin problemas, con contadas ralentizaciones, en momentos de explosiones por ejemplo, por lo que tampoco resultan molestas. Así que podemos tomarnos el tiempo para maravillarnos con los paisajes rurales de Termina, la ciudad del reloj totalmente llena de vida, la montaña nevada o el cañón de la muerte, sin contar la figura impactante de la luna acercándose poco a poco a la tierra con esa horrorosa expresión demasiado bien lograda.
Parte del apartado sonoro también se ve reutilizado de lo ya oído en Ocarina, cosa que no es reprochable en lo absoluto, como así también hay nuevas melodías orquestales totalmente memorables de la que destaco mi favorita personal del observatorio. Nuevamente en esta entrega las voces están prácticamente ausentes, reducidas a gesticulaciones contadas con los dedos de una mano, cosa atribuible al formato de cartucho.
Un punto clave del juego, admirado y criticado por partes iguales, es su ambientación demasiado oscura por momentos, que se esconde detrás de su fachada cuasi infantil. Historias cargadas de sucesos trágicos, el clima de la luna acercándose, las animaciones de las máscaras de transformación, son algunos ejemplos. Y el resultado final es tan magnífico que es exactamente eso lo que, junto con los ya mencionados elementos, termina dándole al juego una personalidad única que lo hace destacarse de entre otras entregas de TLoZ.
Fue un juego muy innovador y ambicioso, que supo exprimir al máximo la potencia de la consola para presentar tanta variedad. Adaptarse al su sistema de juego es fácil y el hecho de volver en el tiempo con la consecuencia de revisitar locaciones o sucesos no lo hace denso en ningún momento. Sin duda, un must have del catálogo de la 64 bits de Nintendo.
Como conclusión puedo decir que vale la pena poder conseguir un cartucho del juego y un Expasion para disfrutarlo en hardware original, o pueden hacer como yo y jugarlo emulado, que corre de manera excelente hoy día. También existe una reciente remake para 3DS. Si les han gustado las anteriores entregas de la saga, este Zelda es más grande, más lindo y más épico que los juegos previos, Ocarina incluido (y si éste les gustó, no tienen excusa porque el control del personaje es el mismo y el sistema de inventario similar), por lo que en mi opinión lo hace el mejor de la franquicia a su fecha de salida e incluso aún hoy.
Puntaje 9 sobre 10
